miércoles, 28 de marzo de 2012

N° IX (micro-relato)

Fuck! se olvidó otra vez

quitarse los besos, sacarse las caricias

y devolver los "te amo"...

Ahora, su marido, por fin, se dará cuenta

porque su mujer sufre de insomnio.

martes, 6 de diciembre de 2011

N° VIII (micro-relato)

La psicóloga sapiente de ojos almendrados, cabello color miel y piel tostada no pudo contener la situación, se quebró, volvió cruzar la línea y mató, con palabras,  a su paciente por no haberle dado la razón;  y éste yacía, por la vida, decapitado y sin corazón…

N° X (micro-relato)

Gritó y todos quedaron callados, tan atónitos e incrédulos que al volver la vista hacia el sujeto, éste yacía pálido con la boca seca y las pupilas dilatadas, se había bebido de un trago aquella alma que supo, alguna vez, regalarle a su único amor...

N° XI (micro-relato)

Freud: Creo que he cometido un error…

XXX: ¿por qué? ¿te estás drogando?

Freud: No, algo mucho peor.

XXX: Pues, dilo ya!

Freud: Cometí un crimen; aprendí a entrar en
la mente de las personas.

XXX: Con razón sentía una molestia sucumbiente!

La chica roja (micro-relato)

Y así fue que la chica sexy con stilletos rojos, medias negras caladas y portaligas sucumbió frente a los bajos instintos de aquel bestial ser de ojos grandes, boca pronunciada y bolsillos llenos.

N° VI (micro-relato)

Cuando logró soltar aquella esfera, se vio atónito por el crujiente hedor de la sangre que aún  goteaba a borbotones de sus manos… 

El olor espeso pintó de rojo venganza el sitio: las cortinas, rasgadas, exprimían las últimas gotas; la famosa lámpara de mil luces destellaba por el contacto de una gota con la otra y, todas juntas, formaban un insipiente espacio de claridad oculta; la pequeña mesa sostenía dos copas de cristal fino que derramaban una coagulante sensación de inexistencia.

Cuando logró soltar aquella esfera se vio atónito por el crujiente hedor de la sangre que aún goteaba a borbotones de sus manos… y se asustó al ver el macabro suceso: No había protegido la arábiga alfombra que ahora tendría que limpiar!

jueves, 1 de diciembre de 2011

Una tarde más... (Fragmento)

El sol era irritante,  crujiente y gratinante impactaba sobre él dejando al descubierto la blanquecina  piel de su rostro y brazos. 


Era otra siesta de aquellas en el que sol no se toma descanso y con el mayor de sus ímpetu deja verse, y sobretodo sentirse, en la superficie de los cuerpos. Los rayos se incrustaban de manera impugne en él que cargaba con una mochila llena de libros y, como si fuera poco, también en sus manos.


Las gotas de transpiración de su frente caían una tras otra raudamente evitando que la piel se le empezara a partir cuadro a cuadro, centímetro a centímetro; la fusión química perfecta de la creación le ayudaba a mantenerse intacto. 


Como todos los días Octavio se baja del ómnibus a las 14.45 pm. – la hora en la gran moneda astronómica se regodea de placer en su máximo esplendor – bien peinado, con la partidura hacía la izquierda, dejando ver claramente su ojos casi verdes que resaltan por el impacto de los rayos de luz en clara piel; lleva una camisa azul a cuadros desprendida con las mangas recogidas hasta arriba de los codos, una remera del mismo color de la camisa, jeans oscuros que marcan sus piernas y zapatillas que dejan ver su obsesión por el cuidado propio. 

En su oído izquierdo un auricular conectado a su teléfono le brinda su refugio mental; se le puede oír cantar, al ritmo de la música, There's a fire starting in my heart / Reaching a fever pitch, / And it's bringing me out the dark / Finally I can see you crystal clear / Go ahead and sell me out / And I'll lay your ship bare See how I'll leave with every piece of you / Don't underestimate the things that I will do …”


Ahora, él es un joven seguro de sí mismo; aprendió a defenderse de los inútiles entes que merodean a su alrededor; sabe usar las palabras mejor que nadie, no es necesario, para él, llegar a usar la fuerza física cuando usando su fuerza mental triunfa sin problemas. Su presencia lo dice todo de sí, llega a sus clases con una presencia que deja atónitos a los demás, nunca pasa desapercibido, por más que lo intente. 


“The scars of your love remind me of us / They keep me thinking that we almost had it all… […]”

Con pasos firmes se dirige hacia el pasillo que lo lleva todos los días a su aula, el reloj marca las 14.47 pm, y el calor veraniego no cesa, en toda su abstracción causada por la música divisa a lo lejos la para él ingrata figura de su enemigo; ese bastardo que le robó el amor de su vida se encamina hacia él ...