martes, 6 de diciembre de 2011

N° VI (micro-relato)

Cuando logró soltar aquella esfera, se vio atónito por el crujiente hedor de la sangre que aún  goteaba a borbotones de sus manos… 

El olor espeso pintó de rojo venganza el sitio: las cortinas, rasgadas, exprimían las últimas gotas; la famosa lámpara de mil luces destellaba por el contacto de una gota con la otra y, todas juntas, formaban un insipiente espacio de claridad oculta; la pequeña mesa sostenía dos copas de cristal fino que derramaban una coagulante sensación de inexistencia.

Cuando logró soltar aquella esfera se vio atónito por el crujiente hedor de la sangre que aún goteaba a borbotones de sus manos… y se asustó al ver el macabro suceso: No había protegido la arábiga alfombra que ahora tendría que limpiar!

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