jueves, 1 de diciembre de 2011

Una tarde más... (Fragmento)

El sol era irritante,  crujiente y gratinante impactaba sobre él dejando al descubierto la blanquecina  piel de su rostro y brazos. 


Era otra siesta de aquellas en el que sol no se toma descanso y con el mayor de sus ímpetu deja verse, y sobretodo sentirse, en la superficie de los cuerpos. Los rayos se incrustaban de manera impugne en él que cargaba con una mochila llena de libros y, como si fuera poco, también en sus manos.


Las gotas de transpiración de su frente caían una tras otra raudamente evitando que la piel se le empezara a partir cuadro a cuadro, centímetro a centímetro; la fusión química perfecta de la creación le ayudaba a mantenerse intacto. 


Como todos los días Octavio se baja del ómnibus a las 14.45 pm. – la hora en la gran moneda astronómica se regodea de placer en su máximo esplendor – bien peinado, con la partidura hacía la izquierda, dejando ver claramente su ojos casi verdes que resaltan por el impacto de los rayos de luz en clara piel; lleva una camisa azul a cuadros desprendida con las mangas recogidas hasta arriba de los codos, una remera del mismo color de la camisa, jeans oscuros que marcan sus piernas y zapatillas que dejan ver su obsesión por el cuidado propio. 

En su oído izquierdo un auricular conectado a su teléfono le brinda su refugio mental; se le puede oír cantar, al ritmo de la música, There's a fire starting in my heart / Reaching a fever pitch, / And it's bringing me out the dark / Finally I can see you crystal clear / Go ahead and sell me out / And I'll lay your ship bare See how I'll leave with every piece of you / Don't underestimate the things that I will do …”


Ahora, él es un joven seguro de sí mismo; aprendió a defenderse de los inútiles entes que merodean a su alrededor; sabe usar las palabras mejor que nadie, no es necesario, para él, llegar a usar la fuerza física cuando usando su fuerza mental triunfa sin problemas. Su presencia lo dice todo de sí, llega a sus clases con una presencia que deja atónitos a los demás, nunca pasa desapercibido, por más que lo intente. 


“The scars of your love remind me of us / They keep me thinking that we almost had it all… […]”

Con pasos firmes se dirige hacia el pasillo que lo lleva todos los días a su aula, el reloj marca las 14.47 pm, y el calor veraniego no cesa, en toda su abstracción causada por la música divisa a lo lejos la para él ingrata figura de su enemigo; ese bastardo que le robó el amor de su vida se encamina hacia él ...




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